La Unión Europea tiene una red de transporte público muy fuerte que, lamentablemente, sufre una grave fragmentación entre los Estados miembros. En un eco de la propuesta de Timmermans1 del año pasado, la UE debería esforzarse por mejorar el acceso a los modos terrestres de transporte a través de las fronteras, a través de la financiación continua de la modernización de la infraestructura, la conectividad transfronteriza5 y la alineación de las regulaciones6, junto con la creación de un nuevo sistema alineado para la transferencia de equipaje, la reserva de boletos internacionales y la cooperación intergubernamental para reducir las barreras de viaje. Por lo que se refiere a la modernización de las infraestructuras, la UE debería seguir financiando iniciativas de modernización2, alineación del gálibo3, transporte local de última milla4, para facilitar la interoperabilidad y el acceso entre países, y mejorar la experiencia de los viajeros. Además, deben aplicarse los sistemas de transferencia de equipaje y reserva de billetes internacionales para seguir mejorando la experiencia de viaje y aumentar la competitividad del ferrocarril y el autobús en el sector del transporte, ya que son fundamentales para los objetivos de transición ecológica de la UE. Por último, debería crearse un sistema de cooperación intergubernamental para facilitar la armonización de los precios, los servicios y la seguridad entre los distritos reguladores, reduciendo así los obstáculos al establecimiento de rutas de transporte internacional.