En una sociedad intergeneracionalmente justa, las diferentes generaciones deben trabajar juntas, no solo para hacer frente a los retos actuales, sino también para configurar un futuro sostenible. Para lograrlo, necesitamos oportunidades significativas para el diálogo intergeneracional, en el que personas de todas las edades puedan reunirse, intercambiar ideas y desarrollar una comprensión más profunda de las preocupaciones de los demás. La educación y la formación en ámbitos políticos que afectan de manera desproporcionada a determinadas generaciones también son cruciales para fomentar una realidad compartida. Desde la perspectiva de la generación más joven, es especialmente importante que los responsables de la toma de decisiones actuales no se centren únicamente en las crisis inmediatas, sino que también den prioridad a los retos a largo plazo, como el cambio climático y la disminución de la seguridad de la jubilación. Al hacerlo, podemos garantizar un futuro más resiliente y equitativo para todos.