Los libros escolares deben orientarse hacia la fraternidad de los pueblos, preparando a los ciudadanos del mundo del mañana, no a los ciudadanos del Estado en el que viven. ¡La educación debe ser universal! Es en este espíritu que se deben establecer comités con una composición de diferentes orígenes que estudien a fondo lo que se debe enseñar a nuestros hijos. Además, debería haber una integración de los sistemas educativos para que no presenten las divergencias actuales. Los ciudadanos del mundo del mañana que debemos preparar guiarán nuestro mundo con visión y eliminación de todo tipo de discriminación entre las personas. Deben ser educados de tal manera que respeten y reconozcan la individualidad tanto de su prueba como de la de sus semejantes. El cambio comienza a través de la educación, el cultivo de valores y valores en nuestros hijos.